jueves, 15 de septiembre de 2011

RAÍCES

Alla en mi pueblo cerca de la estación del ferrocarril. Cada tanto aparecía ella, montada sobre un imponente caballo. Muy tranquilos ambos, se plantaban allí, como si fuesen algo así como una estatua.

Era de estatura muy pequeña, delgada, de piel curtida por el sol, con el brillo propio de su piel oscura que éste le habría brindado a través de los años, que, se comentaba, eran mucho mas de cien.

Los chicos nos agolpábamos curiosos por el solo hecho de sentirnos atraidos a mirarla. Se nos mezclaba la curiosidad con el miedo y el respeto que nos inspiraba. Solamente nos quedábamos allí, quietos, mirándola, con los ojos pegados a su imagen. No soltábamos ninguna palabra porque creo que no nos animábamos. Se podría decir que la rodeaba un aura de silencio provocado por su vida transcurrida y vaya uno a saber porqué.

Con mi rica imaginación de niño, me parecía creer que la rodeaban los fantasmas de sus ancestros, que le hacían compañía para que no quedase sola. Era tan segura de si misma, que creía entonces que estaba muy acompañada, aunque nosotros no lo viéramos.

Permanecía en silencio, esbozaba una sonrisa tranquila y amistosa, pero luego pegaba la vuelta y regresaba al trote hacia el paraje que había detrás de las vías; que en esos tiempos venía a ser algo así como el otro lado del pueblo. Era la zona precaria por el estilo de vida, la que a través de un arroyo,se comunicaba con el Río de La Plata a la altura dela Selva Marginal.

El comentario de los adultos expresaba que habitaba un ranchito de barro metido en el gran pantano y el tupido follaje, que se caracterizaba por la variedad de plantas y enramadas extrañas, como asimismo por los diferentes animales salvajes que abundaban.

No se conocía su nombre, ni el de sus antepasados. La llamaban la India.

Nunca se supo mas nada de su historia, ni hubo claridad de información sobre su origen. Se decía que era una aborigen de lejanos lugares, algunos que del norte del país, otros que del sur, pero nadie podía afirmar algo sobre ella con precisión.

Tampoco se supo de ella cuando murió. Creo que se debe haber retirado sola para entregar su alma cuando le llegó el momento, en contacto con la naturaleza y en paz. Costumbre frecuente en muchos indígenas.

El legado que nos dejó, fue una gran intriga y una sensación de trascendencia que inculcaba mucho respeto.

5 comentarios:

maria cristina dijo...

Qué linda historia, Lao.

LAO dijo...

Alejandro Kreiner. Gracias por tu comentario, nos "vemos" pronto, que pases buen fin de semana.

LAO dijo...

maria cristina. Me alegro que te haya gustado. buen fin de semana para vos y los "tuyos"

magu dijo...

LAO
De qué estaba hecha la estatua
qué difíciel es esculpir ¡
y escribir con un gato sentado tapando tu monitor, también (tuno me tapa la pantalla)
sigue ahi la estatua ?
donde vívi hasta hace once años, debieron cercar las estatuas de las plazas porque los chicos le pintaban la cola en forma obscena (también algunas posturas eran eróticas, jaja)
bueno LAO
yo hago esculturitas en crealina las pinto con acrílico, me animo a hacer leones, perros, lechuzas y gatos
un abrazo mon ami

LAO dijo...

magu. La historia se refiere a una persona real, viviente, un recuerdo de mi infancia. Decile a tu gato que te deje mirar el monitor. Saludos.