Ésta historia también empezó con mi hija mayor. Ser primer hijo tiene mas costos que privilegios.
Ella tenía unos nueve años; volvíamos los dos, caminando de regreso de la escuela. "Pá en la escuela me dijeron que lleve un pescadito"...
-¿de dónde lo vamos a sacar? le pregunté
"del Lago del Bosque como las demás chicas"
-¿y después que va a pasar con él?
luego de un titubeo me dijo ... "se va a morir"
Nos quedamos unos minutos en silencio...algo nos hablaba del interior que no nos dejaba contentos.
Le propuse entonces ir a una casa de venta de peces y comprar uno, con la intención de que no muriera. Nos entusiasmamos los dos con la idea y así lo hicimos.
Como es la costumbre, nos lo entregaron en una bolsita y de allí, al llegar a casa lo pusimos en un frasco de aceitunas limpio y desocupado; y según las someras indicaciones que nos dieron, lo dejamos en el mismo agua de la bolsa.
Aquí empezó una larga historia sin final. Al día siguiente compramos otro pez "para que no estuviera solo" y una pequeña pecera cuadrada. Allí aprendimos que no tienen que ser redondas porque le disminuye la cantidad de oxígeno.
Como es mi estilo adquirí manuales e hice consultas. Aprendí por ejemplo, sobre la aireación, y que los peces crecen en relación a ésta. También sobre alimentación, conservación del agua y muchas otras cosas mas.
Fuimos con el tiempo aumentando los tamaños de peceras e incluso llegamos a tener peces de agua fría y peces tropicales.
En realidad les recomiendo ser prudentes e informarse bien, dado que el noventa por ciento de los principiantes fracasan por creerse que la cosa es fácil y que no hay nada por saber.
Desde hace muchos años nuestra pecera es muy enorme y la hicimos construir con unos cristales de una mesa y una vitrina antigüa. Pero hasta ahí nos quedamos, muy contentos y conformes.
Los peces tienen un magnetismo especial que atraen a los chicos y a los grandes. No hay necesidad de fanatizarse, pero si, de hacerlo bien.
Creo, al menos para mi, que lo mas importante de todo ésto, es que "no dejamos morir a aquel pescadito" de lo cual hace ya, unos veintiocho años. Y también, el hecho de haber aprendido tantas cosas interesantes y vivido nuevas situaciones lindas . Y de haber compartido esta vivencia con mi hija y toda la familia, ya que todos nos quedamos enganchados y contagiados.
lunes, 23 de agosto de 2010
jueves, 12 de agosto de 2010
CACHORROS
Aquel perrito llamado Dalgo marcó una etapa en nuestras historias de la familia. Salí corriendo a comprarlo porque cubría un espacio especial. A nuestra hija mayor a los trece años se le desató una maligna enfermedad y a pesar de que no lo pedía, sabíamos muy bien lo que le gustaban los cachorros collie. En ese entonces, ella sabía que para nosotros, llegar a ellos, era como de aquí a la luna. Pero juntamos la plata y salí corriendo a comprar uno.
Además de alegrar nuestras vidas, lo entrené al detalle, ya que sabía como hacerlo. No cruzaba la calle sin permiso, permanecía al lado de uno obedientemente, acudía al llamado y etc etc.
Lo que nos divirtió mucho es que al notar que el plato de la comida hacía ruido cuando se vaciaba y entonces nosotros le agregábamos mas. Cuando sentía hambre, terminó haciéndolo sonar con la patita por su cuenta para que le lleváramos su alimento. Eso de reaccionar ante un estímulo sonoro o luminoso, segregando saliva, es lo que descubrío un señor ruso llamado Pavlov, seguramente muchos de ustedes lo deben saber. Pero esa especie de deducción de hacer sonar el plato por su cuenta, te hace pensar en un principio de inteligencia, mas que en un "reflejo condicionado".
En realidad desde chico fui apasionado por los animales y sus comportamientos. Además de que mi esposa Adela y yo nos criamos rodeados de naturaleza.
Una de las enseñanzas que le dimos, fue la de atarlo cuando era necesario, es decir cuando habían extraños en la casa, o si iba a encender la parrilla, o alguna otra situación. Hicimos que a ese hecho no lo elaborara como castigo, si no como premio. Es decir, sabía que iba a recibir algun hueso o simplemente una caricia. Y así se quedaba contento atado a la soga. De ésto hace unos veinticuatro años.Por lo tanto, habiendo mucho espacio, se fueron agregando algunos perros a la casa, incorporándolos gradualmente desde cachorros y se transmitieron los hábitos misteriosamente entre sí. Y como toda la familia terminó acostumbrada con las mismas costumbres; aunque yo muera, los perros de la casa seguirán casi seguramente, comportándose de la misma manera.
Por que negarlo, nosotros sabemos mucho de comportamiento animal y hay que saberlo hacer; habrían otros detalles que mencionar. Pero te cansarías de leer tal vez y me dejarías colgado.Te recomiendo entonces, que leas un buen manual.
Lo cierto por ejemplo, es que cuando llega el momento de que cualquiera de nosotros resuelve atar a los cuatro perros que tenemos en el fondo; ellos van corriendo contentos como si fuera una fiesta, y eso sucede, aunque no le diésemos ninguna propina, solo les basta que los tratemos bien.Y si alguno de ellos quedara excluido, comienza a emitir ladridos por celos. Y ésto seguirá sucediendo cuando se muera el mas viejo e ingresemos otro cachorrito...
Además de alegrar nuestras vidas, lo entrené al detalle, ya que sabía como hacerlo. No cruzaba la calle sin permiso, permanecía al lado de uno obedientemente, acudía al llamado y etc etc.
Lo que nos divirtió mucho es que al notar que el plato de la comida hacía ruido cuando se vaciaba y entonces nosotros le agregábamos mas. Cuando sentía hambre, terminó haciéndolo sonar con la patita por su cuenta para que le lleváramos su alimento. Eso de reaccionar ante un estímulo sonoro o luminoso, segregando saliva, es lo que descubrío un señor ruso llamado Pavlov, seguramente muchos de ustedes lo deben saber. Pero esa especie de deducción de hacer sonar el plato por su cuenta, te hace pensar en un principio de inteligencia, mas que en un "reflejo condicionado".
En realidad desde chico fui apasionado por los animales y sus comportamientos. Además de que mi esposa Adela y yo nos criamos rodeados de naturaleza.
Una de las enseñanzas que le dimos, fue la de atarlo cuando era necesario, es decir cuando habían extraños en la casa, o si iba a encender la parrilla, o alguna otra situación. Hicimos que a ese hecho no lo elaborara como castigo, si no como premio. Es decir, sabía que iba a recibir algun hueso o simplemente una caricia. Y así se quedaba contento atado a la soga. De ésto hace unos veinticuatro años.Por lo tanto, habiendo mucho espacio, se fueron agregando algunos perros a la casa, incorporándolos gradualmente desde cachorros y se transmitieron los hábitos misteriosamente entre sí. Y como toda la familia terminó acostumbrada con las mismas costumbres; aunque yo muera, los perros de la casa seguirán casi seguramente, comportándose de la misma manera.
Por que negarlo, nosotros sabemos mucho de comportamiento animal y hay que saberlo hacer; habrían otros detalles que mencionar. Pero te cansarías de leer tal vez y me dejarías colgado.Te recomiendo entonces, que leas un buen manual.
Lo cierto por ejemplo, es que cuando llega el momento de que cualquiera de nosotros resuelve atar a los cuatro perros que tenemos en el fondo; ellos van corriendo contentos como si fuera una fiesta, y eso sucede, aunque no le diésemos ninguna propina, solo les basta que los tratemos bien.Y si alguno de ellos quedara excluido, comienza a emitir ladridos por celos. Y ésto seguirá sucediendo cuando se muera el mas viejo e ingresemos otro cachorrito...
domingo, 8 de agosto de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)