viernes, 27 de marzo de 2009

PASEO MÁGICO

A unas tres cuadras de mi casa había una parejita de ancianos. Al menos así me parecían. Tal vez tenían la edad que yo tengo ahora. Lo que sí, es que me trataban bien y me saludaban simpáticos.
Un poco más allá, frente a la plaza, habían instalado una calesita. No les puedo explicar la magia que encerraba para mí, verla girar, escuchar su música y también a los chicos reirse y divertirse.
Yo era un expectador...pero mi imaginación bastaba para disfrutarla como si fuese arriba de ella. ¿Pueden creer que me conformaba?
Tampoco les dije nada a mis padres, no me lo planteaba -estaba feliz así- y como éramos muchos hermanos; pensaba que era inaccesible.
Tenía algo así como ocho años y casi todas las tardes, durante un buen tiempo, mi fiesta solitaria, era ir a ver la calesita. ¡Su música!, ¡sus colores!, ¡sus caballos!, ¡autos!, ¡cisnes!, ¡botes!, ¡aviones!...
Cada vez que iba y volvía, inevitablemente pasaba frente a la casa de los dos "viejitos"; nos saludábamos, yo, por timidez, no les hablaba. Pero se vé que me observaban.
Un día me llevé la sorpresa de que me llamaron y me dieron un billete grande, de color rojo, que creo que, en aquél entonces se llamaba "diez pesos". Y me dijeron: "para que los gastes en la calesita". Eso fué para mí, una gran sorpresa...Me dí entonces sin dudar, una gran "panzada". Me alcanzó para diez vueltas y un par mas por sacar la sortija. Me transporté a un "mundo mágico" que había creido inalcanzable..........

domingo, 22 de marzo de 2009

TELEFONIA y otras yerbitas

En aquéllos tiempos en mi pueblo, había pocos teléfonos.En mi casa éramos de los de los privilegiados. Teníamos el número ciento setenta y cinco; eso les dá la pauta de los pocos que habían (no mas de doscientos). Digo "privilegiados" entrecomillando, porque venía a ser algo así como el "teléfono del pueblo" por decirlo de ese modo. Ya que, como no se cobraba por pulso, el pibe que venía para hablar con su novia, o la vecina que todos los días hablaba con su mamá, o quien sea, se pasaba horas "hablando del gatito que tuvo cría o del grano que le había salido ahí". Lo cierto es que le sacábamos rédito enterándonos de muchos chusmeríos. También era el teléfono que la escuela utilizaba como propio, y que el cura director, lo arreglaba a mi viejo, con un par de botellas de vino a fin de año. Pero el punto al que quiero llegar, es que, no me acuerdo de que hubiesen guías telefónicas. Pero sí tengo grabado en mi memoria que, como negocio privado, apareció la tal llamada GUIA AZUL, a la que había que pagar para "figurar los figurones". Ya que en ella aparecían los apellidos y nombres "destacados", número telefónico, integrantes de la familia, actividad laboral, "profesional" y el lugar de veraneo. Como muchos mentían para aparentar o dibujar una imagen , terminaba generando discordia entre vecinos y dentro de las familias...ya que algunos matrimonios discutían chusmeando lo que había puesto fulano o su hermano.
Yo tenía unos trece o catorce y ese libro me sonaba como un "código de hipocresía", estando en la edad de la rebelión y en pleno crecimiento. Entonces un día, cuando nadie me vió, agarré el "maléfico manual" y en el fondo de casa, haciendo un especie de ritual indio (así funcionaba mi fantasía), lo puse en el pozo donde se quemaba la basura (no pasaba el recolector) y sin mas, lo prendí fuego...sintiendo entonces una sensación de "triunfo salvaje". Al día siguiente estaba esperando una reacción en mis padres o mis hermanos. Pero no, nadie dijo nada, como si no se hubieran dado cuenta.¿ O habría pasado el "boom de la Guía Azul?

miércoles, 11 de marzo de 2009

CONFITES

En mi pueblo, había dos farmacias; a las cuales con frecuencia, íbamos los chicos a comprar los medicamentos por encargue de nuestras madres. Era común, que aún siendo muy pequeños, nos confiaran la responsabilidad de trasladar cualquier remedio. Mas aún, uno de los farmacéuticos, tenía por costumbre regalar al que iba, un puñado de confititos de colores. Esto hacía que fuéramos con entusiasmo a ese comercio. Mi mamá no me decía, andá a tal o a cual, entonces, era obvio, yo elegía la de los confites. Parecerá increible, pero ésto, hace unos cincuenta años, nos producía mucha emoción. Evidentemente había libertad, confianza, inconciencia e ingenuidad, también en los mayores.
En la época de los cohetes por ejemplo, es decir pirotecnia, se usaban los llamados "rompeportones", que eran unos paquetitos explosivos bastante peligrosos de fabricación casera; que los hacíamos "sonar" contra la pared, con una "gomera" (fabricada con una horqueta de árbol y dos tientos de goma). Para ésto no había entonces, ningún control, ni nuestros padres o adultos nos decían algo.
También había la moda del uso de un "bulón" (tornillo grueso con tuerca), en cuya punta se colocaban los ingredientes de la pólvora,QUE COMPRÁBAMOS EN LA FARMACIA, sin advertencia ni control de parte de nadie; al que hacíamos explotar contra el suelo. Tenía el detalle de que podía estallar y lastimarnos en las manos al armar el explosivo y ajustar la tuerca.

Un comentario final y te caes sentado. En una oportunidad -tenía unos trece años- En casa teníamos un perrito que se quedó ciego y luego sordo, padecía un mal interno, según decían... incurable. Mi mamá concluyó en que había que sacrificarlo; entonces, sin mala intención "me tiró el fardo". Siguiendo sus indicaciones tuve que ir en la bicicleta, que dicho sea de paso, la manejaba con habilidad de circo, a la"farmacia de los confites" a comprar un poquito de estricnina (veneno de alto poder, peligroso para cualquier mortal); a lo que, el "botica" me lo entregó sin objeción alguna, "como si tal cosa". De allí, fuí para mi casa y de casa llevé al perrito, acompañado de un amigo -que temblaba como una hoja- y yo, por dentro, me tragué el susto y la angustia, traumáticos hasta la eternidad, hacia un lugar retirado. Y sin mas, con una cuchara sopera vieja, le suministré el tal veneno con agua; a lo que el animalito....en pocos segundos... pegó unos saltos y quedó inmóvil, tieso, muertito. Sinnn masss, el veneno que le dió el farmacéutico DE LOS CONFITES a un chico de trece por orden de su mamá. Quedando en él una herida interior y un perrito muerto...

domingo, 1 de marzo de 2009

RAÍCES


para quienes no lo hayan leido, ésta es de hace un tiempo...














Para ubicar al que lea ésto, habría que trasladarlo en la máquina del tiempo a unos cuarenta y siete años antes. Pero igualmente su incredulidad estaría justificada. Ya que viene a ser... como irse a otro planeta o algo parecido.
Era en mi pueblo donde viví toda mi infancia hasta gran parte de mi juventud. Donde precisamente están mis raíces y con el que sigo vinculado, ya que lo visito seguido por distintas razones y en él siguen viviendo algunos conocidos y también hermanos y sobrinos; con quienes nos encontramos "de vez en vez y de cuando en cuando". Al mismo tiempo de que vivo solamente a unos pocos kilómetros de allí.
En aquel entonces estábamos como en otra dimensión. Tenía unos diez años, aunque tambien jugaba con otros pibes que estaban en los quince. Uno de éstos se destacaba en algunas cosas particulares que yo observaba con curiosidad, y, por un cierto instinto de niño...percibía. Creo que en el fondo de mí, algo me protegía y me hacía "marcar" un poco de distancia. Pero reconozco que esa curiosidad, me pudo haber llevado para otro lado...pero no sucedió. Cuando hacíamos arcos y flechas, éstas, con un alfiler en la punta. Lo que para mí era una fantasía, ya que no se me cruzaban ideas raras; para él era como un desafío a llevar a la práctica, a tal punto que una vez le clavó en el brazo a un chico, "así como así", una de las flechas. También resultó ser el mentor de los "matagatos casero" (1) ; por imitación empecé a fabricar uno, pero algo me frenó a desistir de la obra.
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(l) especie de pistola de fino calibre, con la cual puede llegar a quitarle la vida a alguien. Prueba de eso es que un chico conocido muy cercano murió a los ocho años de edad, a manos de su hermano de dieciseis, accidentalmente. El proyectil le ingresó por un ojo.
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O sea que, ese pibe, alguna "rayadura en el coco" tenía. Pero, aparentemente nadie se ocupó de eso. Los demás chicos no pasábamos de jugar a los "pistoleros", piratas y cosas así; pero solamente de fantasía...como cualquier chico común; por lo menos, en mi caso, no pasó de eso.
Cuando sucedió lo que les sigo contando... o sea hace cuarenta y siete años y yo tenía diez. En el pueblo corrió una noticia como "reguero de pólvora" y es que ese mismo pibe y otros dos de su edad -con los que yo también jugaba- habían cometido un robo ingresando a la casa de su tía por la ventana y robado dinero. Lo más curioso es que los "pescaron" cuando fueron al único cine que había, disfrazados. El líder por ejemplo, se había puesto una barba postiza y llevaba una pipa -tal vez era una especie de tributo a Huck Finn, que personifica a un niño de su edad, que estaba muy de moda, del clásico Mark Twain-; lo cierto, es que se había vestido así, como si no lo fueran a notar -tambien me queda la duda de que tal vez quería "hacerse notar"
No les cuento mas detalles, solamente quiero que midan la diferencia con respecto a la actualidad, acerca del grado de fantasía e inocencia que a pesar de todo, teníamos en aquel entonces...
Esa fué la primera vez que había escuchado sobre un caso de robo a manos de unos chicos. Con el tiempo trabajé en esa área durante mas de treinta y cinco años, podrán imaginarse el contraste que viví. También fué la primera vez que escuché nombrar al Juez de Menores...cuya sola mención nos hacía temblar a todos...estaba claro que existía el miedo y la vergüenza....
Un planteo que les hago, es, si les parece que actualmente los niños siguen teniendo el mismo grado de fantasía y qué pasa con el miedo y la vergüenza...