viernes, 27 de noviembre de 2009

SAUCES

En casa había muchos árboles y cada uno tenía un lugar especial, un sentido, una historia, un significado.
En algunos de ellos me subía para jugar y, otras veces me tocó hacer cargo de la poda, munido de un hacha y un serrucho y su posterior fraccionamiento en el suelo, haciendo troncos que se destinaban para calefacción o para la parrilla durante el año siguiente, cuando estuviesen secos.

La pila de ramas que solía armarse era grande y era tradición jugar con ella, junto a mis hermanitos, haciendo cuevas. Costumbre que continuaron mis hijos por una transmisión casi genética, donde luego se incluyó nuestro nieto.

Había dos sauces que con sus ramas colgadas hasta el suelo, fueron parte de mis fantasías. Con ellas jugaba con mis hermanos, imaginando que eran monstruos submarinos y otros juegos imaginarios.

Pero hubo otro fuerte sauce, del que dos de sus ramas plantadas habían dado origen a los que nombré primero. En éste mismo, mi hermano mayor construyó su casa de árbol. Transcurrido un tiempo, cuando dejó su proyecto, continué la obra con mi propio estilo, utilizando maderas de cajón, eso creo que fué a los once años.

Transcurrido mucho tiempo, me fuí de casa a trabajar y a gran distancia. Quien hubiera imaginado que mi hermano menor, doce años mas chico, por propia iniciativa y creatividad hiciera su propia casita en el árbol, donde seguramente habrá encontrado restos y huellas de las anteriores.

Soñando despierto, imagino que tal vez haya algún chico, medio siglo después, jugando en el mismo árbol. Y que quien sabe los duendes de mis dos hermanos y los míos, se encuentren reunidos en ese mismo lugar.

viernes, 20 de noviembre de 2009

VIAJE

Justamente después de la Revolución Libertadora de 1955, yo tenía nueve años. Mis padres resolvieron que viajásemos todos al Uruguay, aunque la mayor parte del tiempo, el iba a permanecer en Argentina por su trabajo, según recuerdo. Me parece que tuvieron en ello, dos intenciones, la de buscar protección por el riesgo de nuevos enfrentamientos y tal vez, encontrar algo de diversión.

Cuando llegamos al puerto de Montevideo me encontré un montón de tios y primos con carteles de bienvenida y haciendo mucho barullo.

Desde los primeros días a mi me dejaron mayormente en la casa de mi madrina, que a su vez era tía materna. De ello tengo muchos recuerdos.
Por ejemplo,como fue que el mismo día de la llegada, me quedé solo, jugando entusiasmado con unos soldados de plomo que eran de mis primos.

Muchas cosas conocí en ese viaje, además de las lindas playas que hay allí. El carnaval tipo carioca que se festejaba todo el día y se escuchaba el continuo sonar de los tamboriles en la calle. Hasta participé de una murga callejera con mis primos cantando y haciendo sonar tachos y ollas. En esa ocasión me llenaron los bolsillos, con las propinas de las monedas de bajo valor, que allí las llamaban "vintenes" creo.



Lo mas trascental e inesperado que sucedió en esos días de viaje es que en mi país se desató la epidemia de Poliomielitis o Parálisis Infantil. Por ese motivo tuvimos que permanecer en el Uruguay mucho mas tiempo del previsto. En la Argentina se había declarado estado de emergencia nacional y, proporcionalmente, muchos chicos resultaron afectados por esa enfermedad, para el resto de su vida.

Hay veces en las que uno ignora la medida en que está protegido por las circunstancias...

Casualmente el otro día conocí a un hombre que quedó afectado en esa oportunidad, en una de las piernas y la cadera, quedando signado para siempre; su existencia tomó un giro al que se sumaron las limitaciones económicas.

Tal vez si no hubiéramos viajado, habría sido muy probable de que alguno de nosotros enfermara; teniendo en cuenta la cantidad de hermanos que éramos y lo que las estadísticas reflejaban sobre esa terrible epidemia.

Cuando regresamos, me puse al tanto de que se habían conformado movilizaciones vecinales y organizaciones de voluntarios para reunir recursos de toda indole, destinados a brindar ayuda a los afectados. A partir de esos grupos, derivaron instituciones destinadas a niños y adultos con problemas de motricidad, de las cuales la mayoría aun permanecen en todo el territorio argentino.

jueves, 12 de noviembre de 2009

DESPERTAR

La radio a válvulas ocupaba un rincón de la casa encima de un estante esquinero. A determinada hora del día atrapaba toda nuestra atención. Por ejemplo, a eso de las cinco de la tarde, los chicos nos juntábamos ante ella para escuchar un programa infantil que se llamaba La Pandilla Marilin, donde entre otras cosas mencionaban a aquel que había cumplido los años. El hecho de escuchar nuestro nombre por la radio, era algo así como mágico.

El técnico que arreglaba ese tipo de artefactos, que dicho sea de paso, casi nunca se rompían. Era considerado algo así como un superhéroe.

Un acontecimiento de gran importancia, fue cuando llegó a casa un vehículo extraño y alargado, parecido al de un cortejo fúnebre, solo que era de color negro con rayas amarillas, con un gran cartel que decía Gath & Chaves. Con gran revuelo de nosotros, unos hombres bajaron un mueble que luego supe, se llamaba Combinado. Consistía en una radio de onda corta y onda larga -FM no existía- y una bandeja tocadiscos, de vinilo en ese entonces. En sus laterales habían tres albumes con discos de diferentes músicas, clásica, boleros, melódicas y etcéteras. Otro con cuentos infantiles, tales como Caperucita, Pulgarcito, Cenicienta y Blanca Nieves. Y finalmente un pequeño album con discos pequeños de diferentes colores, que traían canciones infantiles variadas; a las que, si me pongo a pensar, puedo enumerar y cantar casi todas..."Eran Tres Alpinos", "Yo tenía diez Perritos", "Estaba la Paloma Blanca" y etc, etc.

Casi religiosamente se repetía la ceremonia de reunirnos frente ese artefacto durante unos años, para escuchar las músicas, las canciones y cuentos infantiles, las inocentes novelas, como Tarzán, Sandokán y muchos otros programas.

Los noticieros los pasaban a cada hora y duraban unos cinco minutos. Eran sobrios y discretos. A los niños, poco nos involucraban con las noticias, mas bien nos mantenían alejados. Es más, mi papá por ejemplo arrancaba del diario, la hoja de los delitos para que no la leyéramos. Era así como se pensaba en general.

Yo nací en el 1946, practicamente con la postguerra. El país recibía grandes corrientes inmigratorias de personas mayormente europeas, que huían del belicismo y buscaban paz.

Por lo que me cuenta mi memoria. En ese mismo centro de nuestras vidas inocentes e incontaminadas...comenzaron abruptamente a aparecer mensajes políticos agresivos por la radio y rumores nefastos de boca en boca, que los chicos un poco percibíamos. A partir de entonces, nunca se volvió atrás.

En 1955 se produjo en nuestro país lo que se dió en llamar Revolución Libertadora. Se oyeron discursos con insultos, y los ruidos de los cruentos combates. Se dibuja en mi mente, un tío sentado al lado del combinado, que sadicamente nos explicaba como era que en Buenos Aires estaban cortando cabezas...una hermanita llorando por los aviones de combate que sobrevolaban por el cielo...y yo corriendo atrás para consolarla...

En la noche negra que continuó durante tantos años no me voy a detener...luego voy a continuar con otras cosas referidas a otra cuestión...

viernes, 6 de noviembre de 2009

POR DONDE VE LA SUEGRA

A mi me tocó hacer el servicio militar obligatorio, a los veinte años de edad.
Tuve rigurosa instrucción de combate durante un tiempo. Luego me destinaron al S.I.D.E. (servicio de seguridad del ejército), donde me hice cargo de la cocina. Tuve un trabajo descomunal, dándole de comer a unas cuarenta personas, incluyendo oficiales, suboficiales y soldados. Me hice cargo de las compras, desayuno, almuerzo y merienda con toda la limpieza inherente a dicha actividad. No tienen idea de lo que significaba para mi realizar ese esfuerzo. Tenía que dejar conformes a todas esas personas y la presión era extrema. Cada uno tenía diferentes exigencias de características y calidades con la comida y, asi mismo ajustarme al detalle en los horarios. Tambien de vez en cuando me asignaban tareas administrativas relacionadas con los archivos secretos.
Era en el año 1966 mas o menos, se estaba armando la guerrilla en el país. Los militares se estaban preparando para ello y en ese lugar se fichaba a todo aquel que se considerara sospechoso.

Una vez me quedé de guardia con un sargento que era muy pobre y no tenía plata para la cena, ni yo tampoco. Tengo el grato recuerdo de haber sacado la comida de la"galera"ya que, magicamente no pasamos hambre. Porque practicamente de la nada, preparé comida. Hice una sopa friendo un diente de ajo y le di algo de sabor con condimentos que había y le sumé algunos fideos que encontré-. Tomamos como tres platos cada uno, acompañado con el pan que había quedado. Pero eso si, la pasamos muy bien. Tengo un grato recuerdo de ello.

Para no interrumpir los estudios en ese tiempo, me dieron permiso para cursar todos los días en las últimas horas de la jornada; dormía entonces cuatro horas por dia para lograr mi propósito. Para obtener ese permiso, me quedaba de guardia todos los fines de semana, durmiendo arriba de la mesa de la cocina, donde extendía un colchón.

Una vez el coronel me llamó y sin entender el motivo, me aplicó un arresto simbólico. Es decir, debía quedarme en el edificio sin salir durante todo el fin de semana. Dije que era simbólico, porque de todas maneras me quedaba de guardia. Me había impuesto el castigo de limpiar todas las instalaciones. Era un lugar sofisticado y grande, con varias escaleras y salones con muebles y accesorios de lujo. En realidad superaba mis posibilidades el poder cumplimentar tal carga. Dada la situación y un estudio del perfil psicológico que había hecho del coronel, me puse a realizar una limpieza de lo mas visible y dediqué mi mayor esfuerzo a lustrar lo que era de metal brilloso, como ser, lámparas de bronce y herrajes de las puertas y ventanas, dado que, como dije, era un edificio muy lujoso. Al llegar el lunes, el coronel quedó encantado, ya que por sus características y preferencias, centró su atención en los brillos, perdiendo la visión de los detalles.
Obviamente no me felicitó porque traicionaría el estilo y usanza militar, que era la dureza e inexpresividad en casos como éstos.
Pero yo había safado de hacer el trabajo completo y aplicado con éxito ese dicho
que dice "limpiar por donde ve la suegra"