lunes, 25 de abril de 2011

CIRUJA

Hoy por hoy, desde hace unos años, en La Argentina, al tradicional botellero, se lo acostumbra llamar ciruja. Algunas veces cartonero y en algunos paises, trapero.

Los cirujas, de pronto pueden ser niños, jóvenes, adultos y hasta viejitos. Que por cierto, este oficio, tiene sus habilidades y secretos para ser ejercido, como casi cualquier otro.

Con los años que llevo vividos, y el trabajo que he realizado, he tenido la ocasión de conocer muy de cerca a las personas que se dedican a esta tarea.

Hay carritos de cirujeo, que se valen de la tracción humana para trasladarse, unos pocos de la bicicleta, y muchos del caballo, ese hermoso, sensible y noble animal.

Se dicen tantas cosas acerca de los sucesores del botellero. Puedo asegurarles, que en algunos casos, equivocadas e injustas. Debido a aquella costumbre de "poner a todos los gatos en la misma bolsa".

En realidad hay que saber bastante para ejercer este oficio de cirujeo, que conlleva tácitamente un código ético para ser bien ejercido.

Uno de los tantos recuerdos, se refiere a un joven papá que me decía que en la panadería tal, me pagan mucho menos que salir con el carro para ejercer esta tarea y, al mismo tiempo que gano mas, puedo estar con mis hijos que me necesitan.

Te diría que esta actividad, va de la mano con un estilo de vida llamado buena pobreza. Que implica desapego por un lado, vivir el día, y también compartir con quienes se encuentran cerca

No he conocido un tipo de tipo mas generoso que el buen pobre. No envidia ni codicia. Tiene fácil sonrisa y el espíritu rico.
Es la misma clase de persona que no acumula rencor hacia quien lo juzga sin conocerlo.

El pobre que prefiere ser buen pobre antes que ser mal rico, y que por ende, no tiene nada que perder.

martes, 12 de abril de 2011

TIYERO

En realidad este es un tema que da para mucho. Lo voy a conversar en espacios breves para no cansar al que quiera leerlo. Y además porque pienso que es un plato que hay que digerir despacio.
Cuando era bastante chico, me encargaba de juntar las botellas vacías, acomodarlas ordenadamente en un lugar del fondo de la casa; al lado de otras cosas en desuso que pudieran servirme para el mismo fin.

Esperaba con bastante ansiedad a que pasara el carro del botellero, que recorría las calles y gritaba fuerte algo así como ¡tiyero! ¡tiyero!.......¡compro botellas, ropa vieja, fierros , diarios!....

Al escucharlo, iba corriendo y lo llamaba. Entonces este personaje, entraba hasta el fondo de la casa -no habían temores, ni inseguridades en aquellos tiempos- y, en bolsas de arpillera de las de antes, juntaba y contaba las cosas que le interesaban.

Yo me quedaba contento con unas cuantas monedas en los bolsillos preparado para volver a juntar tal mercancía.

Y el, entonces se iba tranquilo en su carro con caballo...gritando....¡tiyero!...¡tiyero!...continuando con su negocio en otras casas vecinas.

sábado, 2 de abril de 2011

LOS NIÑOS NO HABLAN

Se acostumbraba así, porque así se acostumbraba.
Cuando era muy chico, nos contaba mi mamá, que su papá siempre decía..."los niños en la mesa se deben ver pero no oir". No sabía si eso quería significar un silencio sepulcral o un sepulcro silencioso.
Mi abuelo materno había sido una persona respetable y respetuoso, igualmente que mi abuela. Pero te confieso que mas bien les tenía algo así como miedo. No me animaba ni siquiera a hablarles.
Recuerdo que con respecto a él, uno de los pocos amagues de encuentro verbal que tuve, fue cuando junto a mi hermano mayor, nos mostró orgullosamente, su revólver y su estilete (de esos que venían adentro del bastón). Todo parecía ser que los usaría si llegado el caso tuviese que defender su honor.

La figura del primogénito, era para aquéllos entonces, algo así como una piedra angular de la familia; y mi hermano lo era por partida doble, ya que también era el primer nieto. En consecuencia gozaba de algunos privilegios. Aclaro que entre él y yo hay solamente una distancia de cuatro años y nos une un fuerte lazo.

Entre sus ventajas, estaba el hecho de comer con los mayores. Eso a mí me daba bronca, ya que, debido a mi sensible olfato, sentía que ellos comían comidas mas ricas,al menos, así me parecía a mi; y que, nosotros, los chicos mas chicos,
que estábamos en el otro comedor contigüo, adentro de la casa de mis abuelos, comíamos cosas diferentes, fue así que, por una razón subjetiva, le tomé odio a esa sopa que nos daban...

Es que, así se acostumbraba...